Esta es la primera foto que hice en New York, y sólo por eso, se merece abrir esta entrada.
No hay nada peor que sentirse solo en una ciudad de millones de personas. No hay nada peor que imaginar lo que pudo ser y no fue. Mi viaje a NY no fue tal y como yo lo había imaginado. Y como lo había visualizado de una manera y, al final, fue de otra, necesite un día entero de compras absurdas de telas, paseos por tiendas de segunda mano mucho más caras de lo que yo puedo permitirme incluso de primera, y no sacar la cámara de la bolsa en todo el día, para deshacerme de los fantasmas que se me habían colado en la maleta y darme cuenta de que estaba en una de las ciudades más increíbles e inverosímiles del mundo.
La segunda foto que hice fue esta.
Y al cruzar la calle me encontré con él. Y claro, no pude resistirme.
Me gusta mirar a la gente. Observo y hago fotos a desconocidos. Y para espiar de esta manera no hay mejor sitio que New York, una ciudad donde es muy fácil pasar desapercibido
Este señor es el portero del Empire State Building
En Times Square siempre hay policía. Hay agentes a caballo y otros en coche patrulla. Son tíos muy majos que, sospecho, se pasan su jornada laboral haciéndose fotos con las hordas de turistas que pueblan la plaza. También se dan un aire al agente mejor amigo del protagonista que irremediablemente muere en las pelis de polis. Estoy convencida de que lo hacen porque el ayuntamiento está muy preocupado de que los turistas se vayan a llevar una imagen errónea de la ciudad. Los taxis, amarillos. El Chrysler, en su sitio. Mucha gente por la 5th Avenue. Y los policías, como en las películas. Dí que sí City Hall.