La modelo de las fotos es María. Él que está dentro de ella es Diego y para cuando leas este post Diego ya habrá nacido. María y yo nos conocemos desde que tenemos cinco años. Fuimos juntas al colegio, donde, entre clase y clase, jugábamos a fingir que un estuche de María era nuestro bebé. Ahora es ella quien acuna un bebé real.
Buff, el paso del tiempo, qué cosa, ¿eh? Nuestra primera cerveza nos la tomamos juntas. Habré llorado como un millón de veces con ella cada vez que un novio me ha dejado. Hemos salido hasta el amanecer. Nos hemos reído muchísimo. Y también nos hemos peleado muchísimo. Como buenas amigas. Por eso esta sesión fue tan especial para mí: No pasa todos los días que una muy buena amiga se quede embarazada y te deje participar en un momento tan íntimo como el que establece una futura mamá con su bebé cuando aún está en su vientre.
Hicimos la sesión en la casa de María. Las dos solas y con Diego muy tranquilo dentro de mamá. Afuera empezaba a hacer frío después del regalazo del otoño cálido con que Madrid nos ha obsequiado este año. Toda la preparación que necesité fue cambiar las cortinas para tamizar mejor la luz y ajustar la cámara para lograr la exposición que estaba buscando. Lo demás lo hizo María. Yo buscaba encuadres mientras María posaba tan estupenda como ella es. Sonreía y se acariciaba la enorme barriga. Quería que las fotos fueran exactamente como salieron porque era el tipo de fotografía que mejor casaba con su personalidad.
Ha sido mi primera sesión de embarazo y para mí ha sido fantástica. Estoy deseando hacer muchas más, así que si estás embarazada ya sabes dónde encontrarme. Y si no lo estás, también me encantará saber tu opinión sobre la sesión.